jueves, 29 de noviembre de 2012

El circo añora sus tiempos de esplendor en la India


En su esplendor tuvieron decenas de animales salvajes y acogieron a destacadas personalidades pero hoy los circos indios luchan por sobrevivir en un país sin cantera de artistas, lo que lleva a menudo a buscar talentos en el extranjero que trabajan clandestinamente en la India. 

Espectaculo del Gran Circo de Bombay

Medio centenar de compañías plantan todavía sus carpas en las ciudades y pueblos del gigante asiático, donde a pesar de ofrecer amplios repertorios de actuaciones a precios bajos la afluencia de espectadores ha ido descendiendo en las últimas décadas.
A la competencia que suponen el auge de la industria audiovisual y la aparición de nuevas formas de entretenimiento se han sumado restricciones para mostrar tigres, leones o gorilas, y el veto a usar niños artistas, traídos con frecuencia desde el vecino Nepal. 

Acróbatas ensayando
"El negocio ha cambiado", admitió a Efe Dilip Nath, gerente del Gran Circo de Bombay, fundado hace casi un siglo por su abuelo y uno de los más importantes del país.
El circo se encuentra actualmente de visita en Delhi, donde ofrece tres sesiones diarias que incluyen una treintena de números de acrobacias, trapecistas, payasos, malabaristas, gimnastas, juegos de fuego, tiro y cuchillos, o espectáculos de motos y bicicletas.
"Antes teníamos felinos salvajes. Ahora hay mucho activismo y seguramente nos acabarán prohibiendo incluso el elefante (llegaron a tener 28) porque es un animal protegido", señaló Nath.

El grupo de animales se reduce ahora a unas pocas cacatúas y loros, perros, dromedarios, caballos y los aún imprescindibles paquidermos, encargados de uno de los números estrella, en el que agarran un bate de críquet con la trompa y golpean balones contra los espectadores.
Acompañadas con canciones circenses interpretadas por una banda, clásicos de los noventa como "Be my lover", de La Bouche, o temas de Bollywood, las actuaciones arrancan constantes carcajadas y aplausos del público.

Pese al entusiasmo, la imagen es bastante fría, pues apenas un par de centenares de personas pueblan los 2.500 asientos de la carpa entre semana, y casi todos se sitúan en la grada más alejada y barata del recinto, cuyas entradas cuestan en torno a un dólar.
"Es un negocio estacional. Los fines de semana hay buena asistencia, los domingos a veces lleno, pero entre semana hay menos gente", aseguró a Efe un miembro de la organización. 


Circo
La fuente agregó que los circos cada vez lo tienen "más complicado" para conseguir terrenos en las ciudades, pues se topan con "mucha competencia", sobre todo de empresas organizadoras de bodas, a las que las autoridades cobran más por los espacios.

A estos factores se une el estrecho control impuesto sobre la edad de los artistas, que hoy en día debido a la falta de cantera local proceden en su mayoría del extranjero, fundamentalmente de Nepal, aunque también de África o Rusia.

Según la organización Esther Benjamin Trust, con sede en Londres, entre 2004 y 2011 las autoridades liberaron a unos 700 menores de origen nepalí que trabajaban clandestinamente en circos en la India. Estos menores suelen ser vendidos a traficantes por sus padres, a los que las mafias convencen para firmar contratos bajo la promesa de que sus hijos e hijas tendrán un futuro de fama y prosperidad.
Con el objetivo de frenar este drama, el Tribunal Supremo indio fijó el año pasado en 14 años la edad mínima para actuar en los circos, aunque fuentes del sector critican que la medida dificulta las tareas de formación en un país sin tradición gimnástica.

La crisis que atraviesa la industria no evita, sin embargo, que las carpas continúen encerrando mucha pasión, como la del enano payaso Tulsi Das, que ha trabajado en el Gran Circo de Bombay desde hace más de medio siglo.

Un cáncer de riñón le apartó un año entero de la pista, pero tras meses sin saber qué hacer decidió regresar al oficio que había realizado desde la adolescencia.
"No aguantaba más. Echaba mucho de menos mi trabajo", afirmó a Efe Das, sentado junto a enormes fotos en blanco y negro de ilustres primeros ministros, actores o deportistas que visitaron alguna vez el circo bombaití.
"Mi vida es hacer reír a la gente", subrayó el payaso.
EFE - Igor G. Barbero.

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