Dharamsala, al norte de India, el refugio de los monjes tibetanos en las estribaciones del Himalaya
Un viaje a Dharamsala empieza con un desconcierto. Y es que uno
espera encontrarse con el centro mundial de la espiritualidad lamaísta.
¿No es famosa esta ciudad del Himalaya indio por ser el lugar de
residencia del Dalái Lama? Pero uno tiene más bien la sensación inicial
de desembarcar en un emporio comercial. En esta pequeña ciudad de unos
20.000 habitantes está presente el Tíbet, sí, pero de una forma
mercantil: las pocas calles son una sucesión de tiendas y de tenderetes
donde se venden molinos y banderas de oración, thangkas y libros del
Dalái Lama, o ropa tibetana tradicional.
Calle de Dharamsala, L.VALLECILLOS |
Uno imaginaría que la capital en el exilio del montañoso Techo del Mundo está en el mismo corazón del Himalaya. Pero está en sus estribaciones. Tras un viaje de más de 400 kilómetros desde Delhi por la llanura, es casi al llegar cuando se divisa de repente la gigantesca pared rocosa de la cordillera, coronada por unos impresionantes picos nevados. ¡Pero vaya subida! Hay que cruzar primero el Dharamsala de Abajo, un pueblo sin gran interés, antes de trepar, por una carretera sinuosa, hasta los 1.800 metros de Dharamsala de Arriba, también llamada McLeod Ganj, del nombre de un antiguo gobernador inglés del Punjab. De lejos, sus edificios agarrados los unos a los otros en medio de la pendiente escarpada parecen un gran juego de Lego.
Al deambular por sus calles, aparecen las primeras manchas color azafrán o granate de los monjes y las primeras mujeres vestidas con el delantal de rayas de las tibetanas. En el barrio de Gangchen Kyishong está instalada la sede del Gobierno tibetano en el exilio. A primera vista decepciona este amasijo de edificios administrativos, con sus techos verdes algo destartalados. Lo más interesante es la biblioteca y la sala de los manuscritos: un 40% del total de los que se escribieron en el Tíbet están concentrados en los centenares de miles de páginas aquí almacenadas, envueltas en telas amarillas y rojas. “Los refugiados que huían preferían traer estos textos antes que sus propios enseres”, asegura una guía tibetana.
Los monasterios
Monasterio budista de Namgyal. / J. CARR |
La nostalgia del Tíbet perdido está en todas partes. Incluso en el Lingkor, un camino circular que da la vuelta a la residencia del Dalái Lama y cuyo nombre se inspira en la circunvalación que rodea Lhasa. El trayecto, que se sigue en el sentido de las agujas del reloj, está salpicado de pequeños monumentos religiosos, de inscripciones multicolores pintadas en la roca, de molinos de oración que los peregrinos tibetanos mueven al pasar.
COMO LLEGAR
- Dharamsala se encuentra a 470 kilómetros en coche desde Delhi.
- Kingfisher (www.flykingfisher.com) tiene vuelos directos desde Delhi hasta el aeropuerto de Gaggal Dharamsala-Kangra.
- Swiss (www.swiss.com), Lufthansa (www.lufthansa.com), Air France (www.airfrance.es), Qatar (www.qatarairways.com) y otras compañías vuelan con una escala entre Madrid y Delhi.
Durante horas, habla con su voz grave y su ritmo pausado. La técnica más moderna ayuda: aunque se expresa en tibetano, un servicio de traducción al inglés y al hindi a través de una emisora de frecuencia modulada permite que sus palabras lleguen a todos, mientras dos grandes pantallas retransmiten las imágenes del altar desde el cual habla. Diserta sobre la armonía en el progreso, las emociones y pulsiones negativas, el sufrimiento y la felicidad. Más de medio siglo después de haber abandonado el Techo del Mundo, su aura, no hay duda, sigue intacta entre su gente.
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